|
|
Bussi en el jardín
Por Virginia Duffi (APDH - Tucumán)
Desde el jardín de una república cansada, él se despertó esa mañana
agradecido, una vez más, de vivir en una democracia famélica y desmemoriada,
y rezando para que las fracturas de nuestra anestesiada sociedad conservaran
sus surcos unos años más. Saltó de la cama, se calzó la máscara, comprobó
que las compuertas de su conciencia se mantuvieran selladas e intentó
infructuosamente acomodar ese costado de la cara que mira siempre al piso,
como un estigma de vergüenza desobediente.
Pero esa mañana era distinta. Desde el costado con alma de la justicia se
tomó un decisión que produjo un giro histórico. 30.000 nombres golpearon a
su puerta y lo acompañaron silenciosos hasta esa celda que llevaba 27 años
esperándolo, con su nombre impreso y avejentado en cada uno de los barrotes.
Y como por arte de magia, sus vecinos, sus menguados votantes, sus
dogmáticos seguidores, sus tibios contrincantes políticos, su prensa y los
burócratas de turno, que hasta el día anterior consintieron convivir con él,
en esa aparente armonía que habilita una versión parcializada y debilitada
de la democracia, le dieron la espalda. Ya nadie se refiere al intendente
electo sino al genocida.
|